El proceso más antiguo de la fotografía en color fue el Autocromo. Este era un método de síntesis aditiva que producía diapositivas en colores, pero con baja definición y una resolución cromática limitada. Por el contrario, el proceso de síntesis sustractiva Kodachrome brindaba transparencias de colores brillantes. La película constaba de tres emulsiones, cada una de ellas sensible a una zona del espectro cromático. Y después del proceso aparecían los colorantes amarillo, magenta y cían. Introducido en 1935, fue ofrecido en un formato de 16 milímetros para películas cinematográficas, 35 mm para diapositivas y 8 mm para películas caseras. Aunque se utilizó originalmente para reportajes, ganó popularidad gradualmente. A comienzos de los años 1940, algunos aficionados usaban Kodachrome para tomar fotografías familiares, otros utilizaban adaptadores de rollos de película con cámaras de 4x5 pulgadas. En esta época, las películas en color tenían muchos defectos, eran costosas y las impresiones no duraban mucho tiempo.
Por lo general, las diapositivas son preferidas por profesionales y muchos aficionados al momento de trabajar con la fotografía tradicional. Esto se debe, en parte, a su nitidez y a su reproducción cromática. La duración de las transparencias es mayor a las impresiones en color, de hecho, el proceso Kodachrome es reconocido por sus cualidades archivísticas y por brindar colores que no se atenúan con el tiempo.

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